Estoy completamente lleno de errores, de fallos. Soy como un problema de matemáticas mal calculado. Como una mesa de clase, coja por una pata más corta que las demás.
No estoy seguro de lo que sucede, aunque la razón viene de otros acontecimientos recientes. Cuesta abajo y sin frenos, supongo. Caí sumido en un pozo del que llevo tratando de salir prácticamente una semana, pero ya me he dado por vencido.
Desganado me encuentro, sin alma, sin fuerza sin nada que me motive ni me anime. Creo que he vuelto a morir por dentro.
Un mar de dudas me ahoga cada día. Cada noche. Cada hora. Cada minuto. Cada segundo. No hay instante en que no tenga un solo pensamiento en mente. Un remordimiento. Un lamento. O un arrepentimiento que es lo que más sentido tiene de todo esto.
Es hora de deliberar que hacer ahora. Escudriñar todo a todo detalle a todo momento. No sé, no sé exactamente qué es lo que estoy haciendo ahora, como para saber qué hago con mi vida.
Evadirme de las personas es lo único que llevo haciendo con prudencia aunque sin estar seguro de si es la decisión correcta o no. De todos modos así lo siento.
Nunca hubiera imaginado tal incidente y por mi mollera lo único que me tortura es la dureza con las que me apuntillan en el seso unas simples palabras como: "Y que hubiera pasado si..."
¿Que hubiera pasado? Simple respuesta. Nada de esto. Estaría tan feliz, tan campante como estos últimos meses. Habría estado ante dos semanas de auténtica efusividad y diversión. De las mejores que podría haber tenido nada más este inicio de año.
Pero no. Que va. Nada de eso. La cosa habla por sí sola, de polos extremos. En mi vida no hay puntos intermedios y una vez más ha quedado dictado para sentencia está ocasión.
Estoy pasando un calvario del que cada día se me hace más largo e inútil en vez de pensar estar más cerca de salir de este suplicio. Pero en mi cabeza el tiempo no corre, no se mueve. Parece mofarse con mi sufrimiento, pero no le culpo. Demasiados trajines le he hecho pasar ya por conductas inapropiadas. De las que he aprendido al fin.
He aprendido la lección, aunque para mi opinión de una manera cruel para mi gusto. Me lo merecía, no sé. Por gilipollas.
Ahora no queda otra que esperar. Esperar a que el mar se calme. El problema de matemáticas se corrija. A que la pata de la mesa no siga coja. Esperar y palpar el tiempo con la yema de los dedos notando como pasa a una velocidad de relámpago. Aunque por ahora sólo lo hace de una manera vaga y apoteósicamente lenta. Esperar a que pase este fin de semana sin poder hacer nada por desgana ni ánimo de salir de casa. No sé. Sólo sé que no sé nada.
Vivo en mundo de horrores, y de errores. Sólo yo puedo corregirme, aunque no se si ya es un poco tarde para ello.
Esto sólo es el principio del fin.
Ya como ultima opcion te escribo aqui a ver si lo logras ver
ResponderEliminarQuien eres?
Eliminar