Que la edad es un número. Que la madurez no va de la mano junto a tu fecha de nacimiento. Que sólo tú sabes lo que hay en tu mente.
Una mente donde las decisiones tomadas no son siempre las más apropiadas, pero en muchas ocasiones si son las correctas. Aunque siempre quedará un alma herida por el camino. No se puede complacer a todo el mundo.
Resulta interesante observar cómo la sociedad actual hace una evaluación exhaustiva de los pensamientos que pueda llegar a tener una persona, analizando e indagando profundamente en ello sin tener ni puta idea de nada. Las cabezas de las personas son complicadas de entender. Yo por ejemplo sigo sin discernir entre las buenas decisiones y las malas. Y es algo que me preocupa desmesuradamente. El saber si haces daño a alguien o no con lo que estás haciendo es posiblemente una de las peores sensaciones que puedes padecer.
Y es que la madurez no es comportarte como un adulto. Tampoco lo es ser más mayor que alguien. Madurez es ser responsable de tus decisiones, de tus actos y acciones. Aprender a diferenciar entre lo bueno y lo malo. Reaccionar ante una situación abrupta de manera que nadie entre en pánico. Madurar es ser como tú quieres ser, sin importar el resto. Tolerar opiniones ajenas de cualquier tipo.
Nunca pienses que eres algo que tú sabes que no eres. Nadie te conoce mejor que tú mismo. Valórate y valora lo que los demás hacen por ti si es que realmente lo sientes. No dejes que una gran bola de mierda te atropelle y que así seas incapaz de escapar del abismo.
Siempre podrás ser un payaso, o un capullo en público. Dejando deteriorada tu imagen para algunas personas que no saben ni cuantos planetas hay en el Sistema Solar. Pero siempre habrá alguien que trate de conocerte y a la vez, que profundice en tus pensamientos. Que llegue a darse cuenta que por hacer el loco la mayoría del tiempo, no signifique que no tengas la cabeza amueblada.
Porque esas son las personas que merecen la pena. Las que saben que puedes ser un auténtico gilipollas pero con la capacidad de revertir una situación de mierda.
Porque si te detienes a hablar conmigo, podrás hablar de mí al resto con la seguridad de haberme podido conocer algo más que haciéndolo sin tener ni puta idea de quién soy.
Maduro/a. ¿Realmente lo eres?