miércoles, 25 de marzo de 2020

Reflexión Coronavirus

El coronavirus no ha hecho más que patentizar lo vulnerables que somos como especie.

Hemos invertido mucho en guerras y poco en educación, salud y medicina y no demasiado en material hospitalario y demás necesidades básicas. Así es la realidad.

Hemos olvidado lo básico, hemos descuidado lo realmente importante, hemos perdido la cercanía con nuestros amigos, familiares, parejas, por la cuarentena y hemos perdido absolutamente todo aquello que nos hacía felices a diario.

¿Estamos haciendo lo correcto para sobrepasar todo esto?
Esta situación a la que estamos expuestos, viendo lo que está ocurriendo, percatándonos no solo de la mala gestión del Gobierno en esto, sino de todos nosotros por inconscientes, sólo demuestra que no. Que no estamos preparados. Que no tenemos ni idea de la gravedad del asunto. Que hay mucha gente que se lo toma a cachondeo, pero que solo hay que echar la vista a Madrid y observar por ejemplo como IFEMA se ha convertido en un hospital improvisado o recientemente como el Palacio de Hielo se ha transformado en una morgue.
Que nos sirva de ejemplo lo sucedido en China o en Italia. Hay que quedarse en casa.

La única beneficiaria de esto es La Tierra. Nuestro planeta. Le ha venido bien un descanso de la lacra humana. Se ha detenido por un instante el mundo humano y ha vuelto a rodar el de la naturaleza. La vida se abre camino. Un descanso que esperemos que sirva para que se regenere al menos un uno por ciento de lo que no se habría recuperado si hubiera seguido todo como antes. Que al menos esta pandemia sirva para algo útil. Para cuidar nuestro planeta en un futuro no muy lejano.

No sabemos que está pasando, pero con unión y actitud, saldremos adelante.

jueves, 5 de marzo de 2020

Reloj de arena.

Que frágil es a veces un sentimiento tan “simple” como la felicidad. No es fácil que perdure en el tiempo. Podría definirse como inestable, al menos en mi.

Es frustrante que un día como ayer fuese tan feliz y hoy sienta como el mundo se me cae encima. No es justo del todo.

No me gusta comenzar de cero. No me gusta que un día sea feliz y al día siguiente esté completamente compungido. No me gusta esta sensación.
¿Por qué la felicidad es el sentimiento más efímero que conozco?

En mi cabeza rondan cosas. No pocas. Soy una persona de dar doscientas mil vueltas a todo, cómo si de un molino me tratase. Pero es así, cada uno es como es y mi perdición es la de pensar y masticar las cosas mil veces hasta que me quedo tranquilo.

Que sé yo si merezco todo lo que tengo o todo lo que me ocurre. ¿El destino? Bueno. Cada uno que haga su pronóstico.
No es que me haya ocurrido nada fuera de lo común, si no que se avecinan cambios bruscos en mi vida y no quiero.
El círculo de confort quizá. Estoy muy cómodo en él. Pero no me supone un obstáculo salir de él. Bueno, corrijo. Hace unos meses no, ahora sí.

No quiero estos cambios ahora. Justo cuando mejor me siento. Cuando todo me estaba yendo de maravilla. Cuando he conocido personas que no olvidaré en la vida.
A lo mejor otros sentimientos son los que me aferran a estas tierras. No es momento de marchar. Circunstancias de la vida. Pero todo parece indicar que así será, que habrá que hacerse espacio en los recovecos de la profunda oscuridad que probablemente invadirá mi ser en los próximos meses.
Que no se acaba el universo, pero sí mi mundo.
Quién sabe si podré salir de una pieza de esta, pero el que no lo intenta es porque no quiere.

Sólo yo entiendo lo que estoy anotando aquí y eso es lo que lo hace más especial.
Ojalá no tener que pasar por esto, porque no quiero. No quiero volar alto hacia lo nuevo y desconocido. No quiero desaprovechar más el tiempo. Siento que se me acaba. Que la arena ya se va quedando en el fondo del reloj. Quiero subsistir aquí donde estoy un poco más. Para terminar de entrelazar mis caminos futuros, y poder seguir siendo feliz una vez más. Contigo.